Pilar Ruiz lleva años librando una doble batalla: Un cáncer de estómago y la exclusión social en la que la ha dejado la enfermedad. Sin poder trabajar y con apenas ingresos, la Seguridad Social le ha denegado la incapacidad laboral permanente.
Pilar Ruiz acaba de cumplir 40 años en el hospital donde se ha sometido a una cirugía para paliar las secuelas de un cáncer que la ha dejado sin estómago y con muchas complicaciones para comer y para vivir. Pilar está separada. Tiene una hija de 12 años. Es peluquera y llevaba un salón de estética en Madrid hasta que se topó con la enfermedad hace 4 años.Tuvo que quedar de trabajar. Se quedó en el paro. Se marchó a vivir con su madre, porque no podía afrontar los gastos y pidió la invalidez. La Seguridad Social le ha dado la incapacidad total que la inhabilita para trabajar en su profesión y por la que percibe 490 euros al mes. Pero como ella no puede trabajar en nada y nadie en sus circunstancias la contrata ha pedido la invalidez permanente que un juez le acaba de negar, con una sentencia cuando menos polémica.
El concepto del trabajo «liviano»
Un juzgado de lo social de Madrid ha denegado a Pilar la incapacidad laboral permanente con este argumento «La accionante no presenta deterioro cognitivo alguno, conserva memoria, curso de pensamiento y capacidad de conversación. Si bien es cierto que no puede llevar a cabo actividad que suponga ejercicio físico, puede realizar actividades de naturaleza sedentaria liviana«. Al ver el fallo a Pilar la arrastró la impotencia. No entiende lo del «trabajo liviano». A duras penas puede comer. Pesa 43 kilos. Lleva un sensor para controlar hipoglucemias. Al día toma infinidad de pastillas, continuamente se está pinchando y está conectada con un botón a los servicios de emergencia, porque una bajada de glucosa la puede llevar al coma. Pilar dice y repite: «esto no es justo. Yo siempre le digo a mi madre que voy a ser de estas que le van a dar la absoluta cuando ya esté muerta, que tristemente hay muchos casos de estos. Tienen que tener cuidado a la hora de las sentencias. Que lean los informes. Si no entienden que pregunten a les especialistas. No pueden juzgar a la ligera ,porque destrozan una familia», cuenta Pilar en su pequeño piso de Móstoles, en Madrid, donde nos recibe.
«Aprendiendo a vivir»
Es el título del libro autobiográfico que ha escrito para desahogo y para ayudar a la gente que se encuentra en su misma situación. Un relato en el que cuenta su experiencia para aprender a vivir después de superar un cáncer de estómago. «Enfrentándote a todos los cambios que conlleva esta enfermedad a nivel físico, emocional, personal y sobre todo con la complicación de padecer el síndrome de Dumping, tan poco investigado en medicina y tan odiado para todos aquellos que vivimos con él día a día». Un libro que dedica a su familia y especialmente a su hija Paula de 12 años, «la persona más importante de mi vida, mi mejor enfermera y mi mejor abogada, la persona que me ha dado la fuerza para sobrevivir, o mejor dicho para aprender a vivir».